AHORA LE TOCÓ: el difícil camino que le espera a Globovisión.



La cara de Leopoldo Castillo, el conductor por mas de diez años de "Aló Ciudadano", el programa de actualidad política creado en respuesta a "Aló Presidente" del fallecido presidente Hugo Chavez en Venezolana de Televisión, el "canal 7" del país caribeño, lo decía todo. Como abatido, como hastiado, aunque siempre guardando la altura y la mesura en cada palabra que decía.

Estaba anunciando el fin de una época para el único canal crítico del régimen chavista que quedaba en pie, pese a todos los intentos de "voltearlo"; desde multas inverosímiles hasta intentos de ocupación de sus estudios por fanáticos del difunto líder "revolucionario".



No fue un final abrupto y violento como cuando Chávez mandó a cerrar (técnicamente, no le renovó la licencia) a Radio Caracas Televisión, el canal de mayor audiencia del país y el más radicalmente crítico de la forma de gobernar del caudillo venezolano. El cierre de RCTV se convirtió en una bola de nieve que arrasó con cuanto medio importante no adicto al dinero estatal se le cruzara. Más de 250 emisoras de radio, con eufemismos que iban desde incumplimiento de normas de transmisión hasta que se les tapaba el inodoro, dejaban de existir o pasaban inmediatamente a manos del gobierno bolivariano.

Esto no lo escribo con animosidad "desestabilizadora", que está tan de moda eso cuando uno piensa distinto a vos, sino porque realmente pasó. Algunos lo consideran un acto de "democratización" de la información y el entretenimiento. Otros, un certero ataque a la libertad de expresión global. Para mí, desde aquel 10 de mayo de 2007, dos años antes de la Ley de Medios argentina, cuando Chavez dejó en la calle a 10 lucas de familias por el cierre del canal 2, fue eso último.

Y hoy todos conocemos la realidad de RCTV; un inmenso elefante blanco donde apenas hay 80 personas en planta, alquilando cada tanto sus estudios y técnica para comedias adolescentes que sólo se ven por cable y transmitiendo por Internet un "greatest hits" de su programación, exceptuando el noticiero que se hace en vivo. Cuando dejaron de transmitir por la frecuencia 2 de aire (ahora hay un insulso canal cultural llamado TVES, Televisora Venezolana Social, que hasta el mismísimo Chavez en una entrevista telefónica a un medio local, admitió que "nadie lo ve"), un año después consiguieron una cautelar para poder transmitir con dirección legal en el exterior pero con los estudios en Venezuela. Volvieron, pero no por mucho tiempo. El gobierno chavista le buscó el pelo al huevo del asunto y llegó al punto de presionar a las empresas de cable y a DirecTV para que no transmitan más ese canal. De la misma forma que agarraron de ahí abajo a Venevisión y Televen, los únicos canales privados que siguen vivos y asustados tras el volteo al gigante RCTV, un canal con más de 50 años de trayectoria y una escuela televisiva sólo comparable a las que hay en España, México y Argentina.

Un Chávez eufórico salía a cada rato en cadena nacional festejando entre insultos que voltearon al "canal golpista". Era de terror ver tanta fanaticada gritando "ahora le toca... a Globovisión". O "Globoterror" como le pusieron los camisas rojas.



Nadie se imaginaba que un día iban a dar, de una forma particular, el brazo a torcer. Ahogados en deudas judiciales, demandas del Estado y amenazas oficialistas de todo tipo, la directiva de Globovisión decide vender su paquete accionario a gente aparentemente muy allegada al gobierno.

Esa misma gente designó a Vladimir Villegas, hermano de Ernesto Villegas, el mismísimo secretario de comunicaciones del gobierno, que tiene a cargo los 5 canales de TV estatales de los 8 principales que hay en la grilla de aire de Caracas. Y aquí empiezan las confusiones. Vladimir fue funcionario de la primer época del chavismo (fue el creador del polémico programa de VTV "La hojilla", del cual se inspiró Diego Gvirtz para modelar el actual "678" que se ve en la TV Pública, así que imagínense el estilo que tiene), hasta que decidió abandonar todo cuando, tal como lo dijo en la entrevista que le hizo Jorge Lanata para PPT, "Chavez se empezó a alejar de la Constitución del país". Acusado de "traidor" por los seguidores del régimen, desde su reiniciado trabajo de periodista, siguió reafirmando su condición de "ex chavista". Una semana después, en medio de una discusión por cómo encarar la actualidad del canal, Vladimir renunció a su cargo como co-director de Globovisión. Las especulaciones sobre semejante desición no paran de dar vueltas.



Junto a él, está el ya nombrado Leopoldo Castillo, también con pasado gubernamental aunque a comparación de Villegas, es casi prehistórico y poco relevante en la historia reciente. Su programa "Aló ciudadano" es la nave insignia del modesto canal y fue el único medio que le daba espacio a dirigentes de la oposición. Muchos dicen que gracias a eso, Henrique Capriles Radonsky, ex candidato por el frente opositor al chavismo que casi gana en estas últimas elecciones al vicepresidente de Chavez, Nicolás Maduro, aumentó su caudal de votos gracias a la "manija" del canal, muchas veces interrumpida por cadenas nacionales de cualquier cosa por parte del gobierno. Globovisión se ve por aire en una frecuencia muy alta (la 38) en Caracas y alrededores, pero a todo el país se ve por cable, sistema de TV que tiene más de la mitad de la población del país y adonde se refugian de la inundación de propaganda gubernamental permanente.




Ambos tienen que comandar la dirección periodística de esta nueva etapa del canal. Y como verán en el primer video, a Castillo no le gusta ni goma. No tanto por el famoso vedettismo periodístico o porque hayan estado en veredas diferentes años atrás, si no en la idea de cómo van a encarar entre los dos el "enderezar" la línea editorial de ser un canal "político-opositor" a uno "abierto-al-diálogo". Ambos son muy críticos, pero no se sabe en cuánto pueden diferenciarse. La idea de contratar a Villegas es por su aparente acercamiento a funcionarios oficialistas, cosa que se ve muy verde tras su alejamiento cuasi-definitivo de todo ese entorno. Si vamos por el lado de la apertura a otras voces, por más voluntad que le pongan en Globovisión, el chavismo no es para nada afín a los debates y sí a las preguntas complacientes y a los monólogos de media hora mientras el "periodista" asiente con la cabeza y sólo le falta aplaudir al final.

El principal objetivo de esta reculada del único canal periodístico de Venezuela es que el gobierno afloje con las apretadas hacia la emisora, desde las legales hasta las que parecen legales y son tecnicismos. Puede ser también que la elección de dos periodistas de lo más críticos que han tenido los medios venezolanos, tanto en gráfica como en tele, haya sido para contemporizar bastante esta transición de una punta extrema hacia un diplomático centro informativo.

Sólo queda saber cómo será este difícil camino de Globovisión, el "TN" venezolano. De quienes están adentro de él depende que no terminen siendo el "C5N" de ese país.

Notas de interés:
El último bastión televisivo del antichavismo cambia de manos (El País).