La escena era,
por demás, grotesca. Los conductores de la entrega de los Oscar, transmitido
aquí en México por Azteca 7, bailaban el trencito a lo carnaval carioca después
de que “Aún estoy aquí” gane la estatuilla a Mejor Película Extranjera. Sí,
después de hinchar lo suficientemente de manera futbolística con que algo del
país gane (después de varios años de cosecha enorme que tuvo México en esos
premios, a caballo de una hermandad anti-Trump que hoy día parece haberse
dormido, al menos en lo cultural), ahora todo un país deseaba que una película
que los mencionaba o refería, perdiera todo a lo que se nominó.
Esa película era "Emilia Pérez", un drama semi-musical dirigido por el francés Jacques Audiard que estaba nominada a 13 premios de la Academia. Apenas ganó dos: Mejor Actriz de Reparto y Mejor Canción. Todos pensaban que era una despedida a lo grande de la tendencia “inclusiva” que invadió todo lo mediático desde la explosión del “me too”, la tercera ola feminista y la presión de la agenda “woke”, sumado a que "Emilia Pérez" estaba estelarizada por Karla Sofía Gascón, la actriz trans (antes le decíamos travestis) que llegó más lejos que nadie en la palestra hollywoodense, pero tras perder en la categoría que le correspondía, el derrumbe mediático fue descomunal.
PRETENCIOSOS Y ENGRUPIDOS
Todo esto ya
venía de antes. Entre las declaraciones algo xenófobas del director del film y
el “rescate” de algunos tuits poco “inclusivos” de Gascón, sumado al argumento
de la película, que trata de una abogada que se mete a trabajar con un narco
mexicano, llenando de estereotipos exagerados sobre la cultura de este país,
como dándole la razón a los que dicen que “allá son todo narco” (les puedo
asegurar que eso lo he escuchado muchas veces de gente que teóricamente es “open
mind”), hicieron de "Emilia Pérez" una de las peores promociones de la historia del cine para un film, sin exagerar.
Todo ese “tren del mame”, como le dicen ahora a la bola de nieve que se forma para criticar o elogiar algo, se sintió en la taquilla. "Emilia Pérez" fue el peor lanzamiento de una película en años (recaudo 14 millones de dólares en el mundo, mientras terminó costando 10 millones más) y la cadena Cinépolis tuvo que devolver muchas entradas por su sistema de “Garantía”, que te devolvía la plata del boleto si no te gustaba la película a la mitad de su proyección.
Así y todo, "Emilia Pérez" fue llenada de flores por la crítica especializada que aplaudió a rabiar lo “profundo” de "Soul" o lo "inclusivo" de "Red", ambas de Disney Pixar. Hoy, tras el fracaso comercial, de ganar pocos Oscars y de público, toda esa gente mira para otro lado. Podías haber ganado muchas Champions, pero si no ganás el Mundial, difícilmente te recuerden con el paso de los años.
Pero la gente que, si todavía tiene plata en el bolsillo, vota que todo siga igual, no se comió la curva de los halagos entre realizadores y rechazó la película, en muchas ocasiones, sin siquiera verla. De poco sirvieron las disculpas públicas de Audiard y Gascón. Mientras aún hoy el algoritmo de las redes te sigue mostrando posteos sobre “Flow”, el film animado letón que ganó en su categoría y casi gana también a Mejor Película Extranjera, la pretenciosa fantasía musical francesa sobre un drama narco mexicano cayó en un olvido machazo.
¿Dijimos “Flow”? Pues hablemos de “Flow”.
LOS GATOS NEGROS
SON DE BUENA FORTUNA
Cuando fui a ver “Interstella 5555” en uno de sus reestrenos en la pantalla
grande, pasaron varios trailers de películas independientes. Y apareció un
gatito negro (que en realidad es gris oscuro) en el medio de un bosque, cuando
de repente llega una ola gigante y se lo lleva. De ahí, varias escenas donde se
lo ve intentando convivir con otros animales, escapando de tormentas… Todo con
una fluidez de animación que compensaba la rudeza de las texturas de cada
animal.
Les confieso algo lógico: lagrimeé. Me recordó mucho a la Negra y a la Fibi, dos gatitas que supe tener y que ya están en otro espectro más allá de lo terrenal. Entre todas esas escenas, aparecen los premios que recibió y las críticas de gente que de cine sabe mucho. Hasta Guillermo del Toro, el cineasta tapatío aún mimado por Hollywood, dijo que es “el futuro de la animación”.
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Un gato, un perro, un carpincho, un lémur y un pájaro secretario arriba de un barco desvencijado después de un diluvio casi universal. Como dijo Jake Blues a su hermano Elwood, "hit it". |
Se pueden decir muchas cosas de “Flow”, menos que es otra película animada de animales. Aquí, los animales se comportan como animales, lejos de “Mufasa, el rey león” de Disney, donde la casi perfección de la animación se “estropea” cuando los leones empiezan a hablar y cantar. Su realizador fue Gints Zilbalodis, que ya venía descollando con “Away”, otra animación donde también aparecen gatitos. Gints es bichero, amante de los animales. Y de ellos se valió para estudiar sus movimientos y transportarlos a la animación. A tal punto fue la búsqueda del respeto hacia el reino animal que para los sonidos de los animales se usaron animales reales.
Pero las buenas noticias no terminaron ahí en la realización de “Straume”, tal su título original en letón, que significa “Inundación”. Mientras que Disney, al igual que otros estudios grandes, utiliza una granja de renderizado para completar escenas muy complejas, “Flow” fue realizada totalmente con Blender, un software de código abierto, o sea, gratuito, se tardó cinco años en realizarse, incluido el tiempo de búsqueda de recursos económicos, el equipo de animación no superaba las diez personas y, lo más loco, ¡terminó renderizada en la laptop del director!
El resultado es, por donde se lo mire, sorprendente. Si bien uno puede encontrar detalles mínimos en lo que es el movimiento de algunas cosas, los planos secuencia que lograron son realmente fabulosos. Y el argumento tiene un montón de mensajes que hacen que la película no sea un drama denso y sí una visión esperanzadora si llega a haber un apocalipsis donde solamente queden nuestros queridos bichos.
“Flow” no era la favorita para ganar el Oscar a la Mejor Película de Animación. Estaba rodeada de los tanques de Pixar y Dreamworks, los estudios Ghibli, Wallace and Gromit y la australiana Memorias de un caracol. Además, ya había ganado el Globo de Oro, al igual que "Emilia Pérez" ganó como Musical. Y creo que no fui el único que después del ya famoso “And the Oscar goes to…” nombraron a esa película, lo grité como un gol faltando un minuto y empecé a correr por toda la casa. Fue una merecida y agradable sorpresa entre tantos años que en los Oscars se premiaba cualquier cosa. Ya después de eso, si ganaba la otra categoría donde estaba nominada, era como mucho, no iba a haber decepción si no ocurría. Además, como les dije al principio, México festejó que "Emilia Pérez" haya perdido casi todo lo que estuvo nominada. Casi, casi, una noche perfectamente disfrutable como hacía mucho no sucedía en la entrega de unos premios que cada año estaban condenados a la incredulidad.
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Gatitos y humanos en todas partes bancándole los trapos a "Flow", como debe de ser. |
Los Oscar ya venían derrapando bastante en los últimos años, pero por cosas muy puntuales. Algunos críticos y algún que otro tuitero han llegado a darle con todo por la entrega durante la pandemia donde, por lógica razón, no había público. Y encima, un año después, ya nuevamente como antes, con público, el conductor de ese año, el comediante Chris Rock, se mandó un paso de stand up riéndose de la alopecia que tiene la esposa de Will Smith, quien se dirigió al escenario para pegarle un correctivo delante de millones de espectadores y de gente que no sabía si reírse o quedarse en silencio escuchando los insultos que le profería Smith a su ex amigo desde su asiento. Ese año, el ex rapero ganó como Mejor Actor y, entre lágrimas, esbozó una disculpa pública por lo que sucedió. La Academia, para evitar más papelones, lo vetó durante 10 años.
Al otro año, la gran sorpresa fue “Todo en Todas Partes al Mismo Tiempo”, una película independiente protagonizada por Michelle Yeoh, donde muestra todos los multiversos posibles, mezclando fantasía, realidad, dibujos animados y bastante delirio, que terminó ganando el Oscar a Mejor Película, galardón que a la entrega siguiente ganó la muy compleja "Oppenheimer", de Christopher Nolan. Y este año, se comieron en los ya clásicos In Memoriam, ni más ni menos que a Alain Delon.
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Spoiler alert: van a lagrimear con ganas en esta mágica escena de "Flow" |
Siempre hay algo que destaca, para bien o para no tan bien, la entrega de los premios a la cinematografía más importantes del mundo. Pero este 2025, con los triunfos de Letonia y Brasil, por primera vez en su historia, terminan dándole la razón a uno de los conductores de Azteca que, a modo de conclusión, dijo “esta vez, como en las películas, ganaron los buenos”.