LIBERTINAJE DE EXHIBICIÓN: el descontrol mediático que provocó la pandemia


El 2020 será el año en que, además de empezar una nueva década y, por ende, una nueva era, será recordado como el momento donde aprendimos a recular en chancletas. Además de enseñarnos a no hacer chistes racistas, a que no todo se cura con un tecito o que no hay que cuidarse porque "no hace falta" o "todo es un invento", la pandemia declarada por el virus de COVID-19, que conllevó a que nos quedemos total o parcialmente confinados en nuestras casas, nos hizo replantear muchas cosas en el medio de este razonable boom de las comunicaciones por internet, con Zoom y Facebook Live a la cabeza (debemos ser pocos los que usamos Skype hoy en día). La inmensa oferta gratuita de recitales, conciertos y hasta visitas virtuales a museos, no había tenido la repercusión que está teniendo, al menos hasta que todas las cuarentenas del mundo se den por finalizadas.



Pero pasadas las dos semanas, esa oferta empezó a mermar por un lado y a llenarse de lastre mediático por el otro. Así nos encontramos con que esos contenidos que nos interesaban dejaron de emitirse o volvieron a aparecer esas youtubers coreanas que comen camarones vivos delante de una cámara. Bueno, ni hablar de los canales de noticias de todo el mundo que todavía creen que somos los que veíamos caer las Torres Gemelas en directo y nos atornillamos al sillón del living durante horas. Apenas tienen más rating los canales más escandalosos en dar noticias, que durante años celebraban un apocalipsis que al final no pasó y hoy, que hay algo mas o menos parecido, un poquito que lo niegan.

Y al respecto de que, con aún honrosas excepciones, el nivel de los "directos" en tiempos de pandemia fue en declive, me avisan que en una radio mexicana, la más importante entre las comunitarias del sur mexiquense, hubo un espectáculo innecesario. Ni bueno ni malo, innecesario.

El "Takoz" es el joven conductor y productor de "Rock Azteca", un programa de la FM En Neza Radio que, por motivos de contingencia sanitaria, logró que la mayoría de sus programas transmitan desde sus hogares y así continuar con su programación habitual. Algunos de ellos graban previamente sus envíos y otros directamente salen en vivo desde Facebook Live para tomar sus transmisiones desde el estudio central de la 97.3. Todos ellos salen directamente desde la página oficial en Facebook de la emisora, así que en gran parte se puede ver la casa desde donde sale al aire cada uno de ellos. Aunque en este caso no se pudo diferenciar lo de estar en casa y de entrecasa.

El "Takoz" apareció con el torso desnudo desde su habitación toda desordenada y comiendo un helado, mientras hablaba con un amigo y leía los mensajes que le llegaban a su celu sin filtro alguno. Una imagen poco decorosa para una radio que está teniendo el reconocimiento de instituciones de prensa y comunicación de toda la región.

Convengamos que uno desde su casa puede hacer lo que se le cante e incluso también desde sus propias vías de comunicación, pero el video en vivo estaba saliendo desde la plataforma misma de la radio. Quizás quitándole la imagen al directo no hubiera pasado nada, pero no sólo siguió al aire toda la hora de su programa, sino que en un momento recibe el llamado de atención de la plana mayor de la estación y de unos cuantos oyentes. La respuesta del muchacho fue "estoy en mi casa y hago lo que quiero, que no pifen (molesten)". Además de conductor desfachatado e irreverente, descubrimos en él tendencias suicidas.


No es una cuestión generacional y que ahora somos esos viejos vinagres a los que les cantábamos cuando teníamos acné en nuestro rostro. Es una cuestión de sentido común. Y más que de respeto a tus oyentes, es de respeto a vos mismo. De mi parte, estoy un poco cansado de esos youtubers, instagramers o boluders que llenan las redes sociales audiovisuales de contenido soso, algunos de ellos, por su popularidad de seguidores, con sponsors y todo, como uno de rulitos que viajaba por el mundo con plata lavada de un ex gobernador hoy preso por corrupto. Es cierto, los tiempos cambiaron pero tenemos que ser más autocríticos y mejorar mucho lo que deseamos transmitir en cualquier medio. No podés salir medio en bolas (literal y metafóricamente) en un medio que no es tuyo aunque tu programa sí. Y nadie está cuestionando el contenido original de un envío, si no cómo se lo transmite. A mi modo de entender este lío, y por dar el primer ejemplo que se me cruza, si tu programa es de música, ¿para qué te ponés tu camiseta política mientras lo vas haciendo? ¿Por qué directamente no hacés un programa de opinión política, presentalo en un medio o hacete un live cada semana y ya? ¿Por qué mezclar peras, manzanas y palitos? He operado programas que arrancaron siendo algo distendido y para generar contactos amorosos entre gente sola, que terminaron siendo un comité político cuando cambió un gobierno. No es que esté bien o mal, el tema es que no podés venderle a la gente algo que hace dos días no era así. Si hacés radio y querés hacerlo en calzoncillos o sin depilarte, bárbaro, pero apagá la cámara, que el de la vergüenza no somos los que te vemos.

Las redes sociales nos acercaron como nunca a una fama inalcanzable. Nos permiten opinar libremente y además, segmentar nuestro público. Conozco grandes amigos que si llegan a poner en público sus opiniones, los lapidan en una plaza. Por suerte no son ingenuos, ponen su candadito virtual y sólo le festejan sus catarsis los dos amigos de siempre. Pero para llegar a ese punto de regulación de las publicaciones, absolutamente todos nosotros hemos pasado por la experiencia de opinar algo en las redes y sentirse como gladiador en coliseo romano, donde tenés una parte que te alienta y otra que alienta al león para que te coma. De a poco, los algoritmos y filtros se fueron perfeccionando, para no hacerte tanta mala sangre con cosas que lo que menos tenés ganas es de verlas. Pero aún falta mucho, aunque la mayoría de la gente empezó a presentarse mejor frente a una cámara, muchas veces por razones de trabajo, consulta con especialistas o incluso en la tele, con la gran desventaja del delay que tienen las comunicaciones por video conferencia, que no permite co-conducción en vivo como sí lo permite una entrevista donde se pregunta primero y se responde después, algo ideal para cierto periodismo que no es muy adepto a algo tan natural en el oficio como la repregunta.

No hay que confundir libertad de expresión con libertinaje de exhibición. Los medios son un camión con acoplado, un trailer que si no se sabe manejar, chocás con todo y así te queda el camión después. Seguramente después de todo esto nos encontraremos con otro debate sobre cómo presentarse ante el público, como lo había en las peñas folclóricas donde yo iba, entre los de riguroso traje y los que iban de jeans y zapatillas (mezclilla y tenis, para mis amigos mexicanos). Pero hay algo que todos podemos hacer y es muy simple: dejar de pensar que hacemos radio para dos o tres amigotes que nos piden siempre la misma canción y empezar a pensar en grande. Nos ven y escuchan miles de personas, mucho más de lo que aparece en los numeritos en pantalla, no sólo en vivo sino en podcast, en repes, en todo tipo de repercusión. No te quedes mudo esperando que se comunique otro, que eso lo hagan en los juegos telefónicos de la trasnoche de la tele. si seguís transmitiendo cuando hay música y estás fuera de aire, seguí hablando con la gente, haciendo tu programa, no te quedes mirando la pantalla o haciendo nada, que ni en los cortometrajes de Andy Warhol quedaba bien eso. Uno mismo es lo que muestra, lo que se oye y se ve. Y además, era algo que también se solucionaba con una playera rockera bien chida, amigo Takoz. Hasta te olvidás del calor cuando hacés lo que te gusta.



Y hablando de presentar "directos", observen el principio de este video, donde el conductor tarda más de cinco minutos en casi total silencio (aquí, resumidos en dos y medio) hasta que se conecte su invitado. Además, pueden notar el delay que provoca, en este caso, el Google Hangout, que no permite una comunicación fluída como sí lo permite el frente a frente.