MALOS AIRES: La imperdonable sinvergüenzada que le hicieron a María Amuchástegui


Vamos a ponernos en contexto. ATC, el viejo canal 7 de Buenos Aires, hoy Televisión Pública Argentina. El decano de la televisión ya había pasado su primavera de producción y rating de principios de década y quedaba cada vez más relegado tras el éxito que estaba teniendo el Canal 9 Libertad, primero en privatizarse tras la vuelta de la democracia en 1983. Aún así, al igual que los otros canales que aún estaban en la órbita estatal y que también tenían una audiencia cautiva, como el 11 (hoy Telefé) y el 13, cada tanto pegaba un programa que tenía su público fiel y le aseguraba rating y anunciantes, en ese órden. Y así fue que en 1984, plena primavera cultural en la emisora, aparece por las mañanas un programa llamado "Buen día, salud", conducido por, hasta ese momento, una ignota profesora de gimnasia llamada María Amuchástegui. De familia acomodada, la profe viajó a perfeccionar su enseñanza a Estados Unidos, desde donde pasando por un videoclub (que allí ya era furor lo que en Argentina lo fue un par de años después) se topó con el VHS de las clases de aerobics de Jane Fonda y percatándose que de eso no había en el país.


Fue así que en ese citado programa matutino empezó a dar clases de aerobics por TV y de a poco se fue convirtiendo en un éxito inaudito para un canal que, como ya dije, ya no estaba en las preferencias del público. Bastó una temporada más para que se transforme en "Buen día, María" y se centre en las clases de aerobics y los consejos del mediático doctor Eduardo Lorenzo Borocotó, quien desapareció de la faz de los medios luego de postularse para un cargo político por un partido, ganarlo y pasarse al partido contrario.


Antes del furor por el fitness, María Amuchástegui era famosa en los medios por difundir el zapateo americano, ya desde ese entonces, conocido como "tap dance". Abajo, en su faceta gimnástica más famosa y con su voz original, promocionando una marca de jugos que aún se comercializa en Argentina.


El rating iba subiendo, los anunciantes no paraban de llamarla a María para anunciar desde complejos vitamínicos y quesos crema hasta jugos en polvo. Pero paradójicamente a lo que ocurriría unos años después, con canales privatizados que se "tomaban prestadas" ideas buenas para hacerlas aún con más audiencia, como en el caso del programa de entretenimientos "Por más" de Canal 13, que luego fue afanosamente inspirado por Telefé, se llamó "Un, dos, tres, out" y lo pasó por arriba en audiencia, lo que sucedió con María Amuchástegui superó las barreras de cualquier mito televisivo. No fue el locutor compungido que anunció la falsa muerte de Alberto Olmedo en el programa "El chupete" a mediados de los '70s ni tampoco el verdadero infarto que le agarró al papá de un concursante de "Feliz Domingo" en Canal 9 a mediados de los '80.

Cuenta la leyenda que la ya reconocida profesora de fitness tuvo un percance estomacal mientras hacía una rutina de ejercicios en su programa. Nunca apareció un video confirmando ese hecho. Incluso TVR, el polémico programa recopilatorio de hechos televisivos que hoy se emite por el también polémico canal de noticias C5N, puso un video pero agregándole el sonido del excedente corporal gaseoso, como para ganarle una apuesta a un periodista deportivo que dijo que ellos tienen el video y lo van a pasar. La misma Amuchástegui, años después en el recordado programa "La Biblia y el Calefón" derrumbó todos los mitos posibles y dijo sin ponerse colorada que jamás se le escapó nada de su cuerpo. Si hubiera sido cierto, por más que pasen los años, ese tema nunca se hubiera tocado en la tele.


Fue tan trucho lo de TVR que en el graph ponen 1985, cuando el "incidente" se registró en 1986.

Uno de los acompañantes de la profe María, es decir, los que seguían los pasos de ella atrás, era Aníbal Silveyra, quien ya por ese entonces estaba haciendo una carrera como actor de teatro off Corrientes y de reparto en comedias musicales, pero que también enganchaba "bolos" como el de "Buen día, María". Él fue el único que afirmó, en el fragor de una nota demasiado informal en el extinto programa "El Rayo", que el famoso hecho del gas ocurrió y que luego de consumado el acto, la profesora de gimnasia más famosa de la tele salió corriendo del lugar. Hoy, Silveyra es un actor reconocido, aunque ya no con la fama que supo ganar en los '90s al lado de Jorge Guinzburg en el programa "Peor es nada", pero quizá mencionando ese hecho como para tapar un poco la pena que le da haber sido ladero-gimnasta en un programa matutino. Otro testigo de cada grabación o salida en vivo de "Buen día, María" refuta categóricamente el presunto accidente corporal, diciendo que las tarimas donde se hacían los ejercicios hacían más ruido que cualquier otra cosa, tal como lo contó Juan Carlos López, su maquillador, en una entrevista que se hizo para La Agenda de Buenos Aires, tanto a él como a su productor, que nunca pudo volver a meter el programa en otro canal, ni siquiera hacer una nueva temporada en ATC, lugar donde tuvo otro ciclo más en 1990 y una "finale season" en América Te Ve (hoy América) dos años más tarde. Sí, seis años después del famoso mito.


Nunca se supo si fue un acto de mala leche de parte de algún productor celoso del éxito del formato y que no quería que salga de la fría pantalla del canal estatal, como sí pasó un par de años después con Hola Susana, que del 7 pasó al 9 y el rating se disparó. También puede ser que todo eso haya ocurrido, como dijo Aníbal Silveyra, aunque todavía en esos tiempos había una suerte de protección a la intimidad de los famosos, hoy desaparecida gracias a los programas de chimentos que "muestran todo". Incluso está la hipótesis de que el formato original ya estaba medio agotado y que empezaron a salir muchos "competidores" en la emergente TV por cable argentina, además de llegar en canales como ESPN los programas de profesores mundialmente reconocidos, y al momento de venderlo a otro canal, ya tenían en el mítico suceso la excusa perfecta para no comprarlo. Pero se toparon con una gran pared: el carisma de María Amuchástegui. Si bien después de lo que (no) ocurrió la profesora de fitness desapareció de los medios por unos cuántos años, como evadiendo la pregunta que nadie le quería hacer, ese mito fue decreciendo hasta que se terminó prácticamente desvaneciendo, justamente por la ausencia de la supuesta protagonista, que fue durante un tiempo cantante (grabó un disco en 2005) y seguía con la gimnasia en su propio local, además de dar clases particulares de personal trainer, otro término que ya había empezado a crecer en el país. Por ese entonces aparecieron muchísimos programas del formato de "Buen día, María" pero en el cable. En la tele abierta, prejuiciosa y muy cabulera, además de entrar en una nueva década con nuevos dueños de canales y nuevos paradigmas por reinventar, aún estaba el miedo de otro accidente que no ocurrió.

He aquí el avance de la última temporada de Buen día, María, en America Te Ve, a fines de 1992. Como se puede apreciar, María Amuchástegui hizo caso omiso de tamaña "campaña de desprestigio" estomacal.

El mito del desliz corporal se siguió desvaneciendo aún más entre los '90s y los 2000, con María Amuchástegui apareciendo en diversos programas de entrevistas e incluso como participante especial en programas de bienestar como "Cuestión de peso" en Canal 13 y en envíos de ficción como "Graduados" donde hizo un corto papel de profesora de gimnasia en un colego secundario. Se insiste: si hubiera ocurrido el hecho tal como se formó en el mito, su protagonista tendría que haberse recluído en un convento budista. Además, ante todo está el respeto, algo que parece no haber en la destapada tele actual, donde recién ahora, que no está físicamente la protagonista, se puede hablar un poco más del escabroso tema.

Y justamente hoy María Amuchástegui dejó de estar entre nosotros, a raíz de un ACV producto de su cáncer pulmonar. Tenía 64 años y, hasta hace muy poco, la misma vitalidad de siempre. La televisión, esa que a veces se convierte en un monstruo, la terminó devorando por un crímen que no cometió. Pero a veces, lo que no se refleja en las planillas de audiencia y en lo que sale de la pantalla, se termina reflejando en la gente, en cómo la seguían recordando por su programa y no la buleaban a sus espaldas con el famoso mito.