La noticia cayó como balde agua helada para los que somos melómanos. Es más, yo me enteré del todo cuando veo que el último disco de Katy Perry venía en su publicidad con el sello de Capitol al lado de una empresa que no era la de siempre.
Y fue así. Una de las cuatro compañías discográficas que quedaban vivas ante el avance de una globalización de todo, quebró y vendió todo al más emergente holding musical del planeta, de capitales en su mayoría franceses.