LA ALEGRÍA NO FUE SOLO BRASILEÑA: los Oscars se reivindicaron solos

 


La escena era, por demás, grotesca. Los conductores de la entrega de los Oscar, transmitido aquí en México por Azteca 7, bailaban el trencito a lo carnaval carioca después de que “Aún estoy aquí” gane la estatuilla a Mejor Película Extranjera. Sí, después de hinchar lo suficientemente de manera futbolística con que algo del país gane (después de varios años de cosecha enorme que tuvo México en esos premios, a caballo de una hermandad anti-Trump que hoy día parece haberse dormido, al menos en lo cultural), ahora todo un país deseaba que una película que los mencionaba o refería, perdiera todo a lo que se nominó.

MI VIEJA ASPEN YA NO ERA LO QUE ERA

 

Como muchas despedidas radiales, tuvo bastante de emotivo y un poquito más de épico. No era para menos, después de 33 años como locutor "estrella" de la segunda estación FM más escuchada de Argentina, según Kantar Ibope, se “desvinculaba” de la radio que lo vio crecer como profesional por más de tres décadas. Hablamos de Leonardo Rodríguez, que muy lentamente, junto a un grupo de gente de la misma radio, le empezó a cambiar la cara a una FM que podía jactarse de ser una de las pocas radios que pasaba música internacional a toda hora. Y aunque muchos no lo crean, Aspen tuvo cambios en su estructura sonora como pocas veces tuvo una FM de su tipo.

UN CANCHERO BAJO UN FAROL: la rara mezcla entre una noticia trágica y una bajada de línea

 


En los primeros días de junio, la locomotora “La Emperatriz” cruzó su natal Canadá, Estados Unidos y México, llegando por muy pocos días a la capital, para luego volver al extremo norte del continente. Ni siquiera una semana para exhibirse quedó una leyenda de los trenes que estaba cumpliendo su último viaje, debido a que grafitearon una parte del convoy. En el estado de Hidalgo, una chica llamada Dulce Alondra García Hernández se quiso sacar una selfie al momento de pasar la formación, pero en un acto de explícita imprudencia, se acercó demasiado a las vías, la locomotora golpeó su cabeza y le quitó la vida de manera instantánea. Todo esto delante de su hijo, de decenas de personas y de una cámara que grabó todo. El video, espeluznante por donde se lo mire, se desparramó por cuanta red social aguante algunas horas de no censura. La noticia salió en los medios más importantes de México, pero, así como llegó, se fue, como pasa generalmente con las noticias. Lo de las “selfies imposibles” no es una de esas modas como el “bucket challenge” o el bailecito de moda en tiktok. Cada tanto aparece alguien que muere por tomarse una selfie cerca de un precipicio o practicando parkour arriba de una torre de luz. Arriesgar la vida por una decena de likes es ridículo de acá a la China. Pero también lo es golpearse el pecho con comparaciones tiradas de los pelos, sólo para sentar una posición. Eso, creo, fue lo que hizo el reputado periodista mexicano Francisco Zea en su editorial televisiva.